domingo, 1 de enero de 2017

¡Qué chulos los fuegos artificiales!

¡Feliz Año Nuevo, Pequeños Alquimistas!

Seguro que en la última noche del año habéis celebrado con vuestra familia este momento tan especial y, después de las doce uvas, habréis podido escuchar y ver los espectaculares fuegos artificiales que muchos vecinos han lanzado hacia el cielo e incluso por las calles de la ciudad. Toda una sensación de luz, color y, por supuesto, ¡mucho ruido!

¿En qué consiste esta explosiva demostración de alegría en forma de iluminación y petardazos? Vamos a comprobar que todo es química y física.

En breves palabras, los fuegos artificiales son tubos más o menos estrechos que contienen material explosivo y un agente detonador que sea capaz de actuar con retardo, para que todo suceda a distancia de dónde estamos prendiendo la mecha. Estos explosivos no son otra cosa que pólvora (material combustible, que puede arder) y algo que provoque que se queme (un agente oxidante, que proporciona oxígeno cómo y cuándo sea preciso). Pero, no sólo hay pólvora entre el combustible. También tenemos la presencia de diferentes metales en polvo que son los que van a ofrecernos el espectáculo de colores en el cielo, todo ello dispuesto en una serie de bolitas cuya disposición influirá en la forma final del fuego artificial. En algunos casos serán metales que ofrecen degradación de colores y en otros sustancias que los contienen y que ofrecen un único color que lo hace más vistoso.

En la siguiente imagen se recoge un resumen de algunas de estas sustancias químicas y los colores que genera en el cohete lanzado desde nuestra azotea.

(Fuente: albertoroura.com)

Claro está, todo esto no funciona si no aplicamos una chispa que aporte esa mínima energía necesaria para que el oxígeno se libere y haga el resto. Para ello, mediante esa mecha que sale del tubo o cartucho estrecho, aplicamos fuego con una cerilla o un mechero y... a retirarse! ¿Por qué hay que apartarse?

Cuando la mecha alcanza la primera parte del cartucho, la combustión parcial de la pólvora genera gases y éstos tienen que expandirse al aumentar volumen por la temperatura generada. Por tanto, como si se tratara de un globo hinchado y que dejamos abierto por la boca, el gas sale despedido por abajo y, en reacción, el cohete se mueve en sentido contrario. Tras un tiempo adecuado, entra en juego el detonador que será el encargado final de hacer explotar las bolitas donde se encuentran los verdaderos "colorantes" de la noche. ¡Y ya está! ¿Te apetecería hacer un cohete?


No hay comentarios:

Publicar un comentario